VALORAR A UNA MADRE
Muchas mamás son dulces, cariñosas, alegres y trabajadoras. También
son exigentes, enojonas, aburridas, desastrosas e insoportables. Sin
embargo, todas tienen algo en común, por la cual se las debe valorar:
son gestoras de un nuevo ser que han llevado por nueve meses en el
vientre.
Según la Real Academia Española, valorar es “reconocer, estimar o
apreciar el valor o mérito de alguien o algo”. Por lo tanto, dice
Enrique Pérez García, director del Instituto de Familia del Ecuador
(IMF), valorar a mamá es reconocer y apreciar esas características
propias que tiene, como delicadeza, comprensión, afectividad, fortaleza,
amor incondicional, ánimo de perdonar y ante todo disposición a servir o
a transmitir la fe, entre otras.
“Si nos damos cuenta de todo lo mencionado anteriormente –y la verdad
quedándonos cortos en todo lo enumerado– comprendemos que es un inmenso
compromiso de cada ser humano el dar valor a su madre. Y cuanto antes
mejor”, asegura.
Para Margarita Toral de Martínez, máster en terapia familiar, la
madre es el núcleo o matriz de donde cada hijo sale al mundo. Ella es el
ser que lo ha estado desarrollando, alimentando y cuidando de manera
cercana, no solo durante los meses de gestación, sino hasta después del
nacimiento. Principal motivo por el cual se la debe valorar, amar y
respetar.
Una madre, agrega, siempre transmite a sus vástagos la manera de
sentir, de ser y forma parte de la identidad de los hijos. Esto, debido a
la cercanía y a ese querer que les da. De ahí la pertenencia tan
importante que los vástagos sienten y que es tan necesaria en el ser
humano.
Cada madre, dice, posee un tipo de carácter diferente, y no porque
sea madre debe ser perfecta y tener todas las cualidades y ningún
defecto. Pues a pesar de los desaciertos, se la debe apreciar como tal.
“No importa qué trabajo tenga o cómo sea como persona”.
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